Habíamos visto nevar más o menos fuerte pero nada exagerado desde que llegamos a Estocolmo, pero el otro día acabó siendo uno de las nevadas fuertes, hasta el punto que nos quedamos aislados dónde vivimos nosotros (Kungens Kurva, afueras de Estocolmo) y no pudimos ir a la ciudad ya que poco a poco iban fallando todas las líneas de metro y los buses no llegaron a salir.
Así que, ¿qué nos quedaba por hacer? Pues lo de siempre, el imbécil. Nos acercamos al bosque que hay en frente del hotel y nos pusimos a tirarnos nieve y otras tonterías típicas...
Como se ve en algunas fotos, la nieve nos llegaba hasta las rodillas en algunos sitios, de hecho muchas veces pisabas sin saber muy bien hasta donde metías el pie. Pero si vas con la ropa adecuada, que era el caso, es una pasada que esté todo así de nevado.
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